FASES DEL SUELO
Las fases del suelo son las partes que lo componen desde el
punto de vista físico: la fase sólida, la fase líquida y la fase gaseosa. Cada
una de estas fases tiene características y funciones diferentes en el suelo.
La fase sólida
está formada por las partículas minerales y
orgánicas que constituyen la estructura del suelo. Las partículas minerales son
las gravas, arenas, limos y arcillas que provienen de la descomposición de las
rocas. Las partículas orgánicas son los restos de plantas, animales y
microorganismos que se encuentran en distintos estados de descomposición. La
fase sólida determina la textura, la fertilidad y la capacidad de retención de
agua del suelo.
La fase líquida
está formada por el
agua que ocupa parte de los espacios entre las partículas sólidas. El agua
puede provenir de la precipitación, la infiltración o el ascenso capilar desde
el subsuelo. El agua del suelo contiene sustancias disueltas, como sales,
ácidos, bases y nutrientes, que forman la solución del suelo. La fase líquida
es esencial para la vida de las plantas y los microorganismos, ya que les
proporciona hidratación y elementos químicos necesarios para su metabolismo.
La fase gaseosa
está formada por el
aire que se difunde en el suelo desde la atmósfera o que se produce en el
propio suelo por procesos biológicos o químicos. El aire del suelo está
compuesto principalmente por nitrógeno, oxígeno y dióxido de carbono, aunque
también puede contener otros gases como metano, sulfuro de hidrógeno o vapor de
agua. La fase gaseosa es importante para el intercambio de gases entre el suelo
y la atmósfera, así como para la respiración de las raíces y los
microorganismos.
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